jueves, diciembre 02, 2004

Ilusiones

Oscuridad y temor.
Paz.


En el preciso instante donde todo se convertía en aterrador y oscuro, apareciste.
Con tu cabello largo y ondulado caminabas regalando paz.
Paz para otros. Paz para el resto.
Yo sufría.
Y te observaba.
Observaba tu andar, tu forma divina, tu forma pura.
En el momento del dolor no estabas. Y yo sufría.
Pero sabía que en algún lugar te encontrarías regalando paz. Ofreciéndola, entregándola con placer.
Pero mi dolor se hacía cada vez más fuerte e insostenible. La situación, los llantos.
La tragedia. Sangre fluía de mi alma.
Tristeza. Muerte.
Muerte de un alma en vida, de un corazón sin nacer.
Mis ilusiones se desvanecían, no existían.
...Y ya no respiraba, no caminaba, no me movía.
...No podía verte a causa de mis ojos ciegos. Ciegos y viejos. Desgastados. Como mi alma en pena.
El fin se acercaba y no reaccionaba. No sabía que tiempos vendrían.
Oscuridad. Todo oscuro, oscuro y triste.
De repente, una brisa besó mi piel.
Eras vos, vestida de ángel. Suavemente susurraste algo a mi oido. Algo que no logro recordar con exactitud.
Lo único que recuerdo es paz. Paz que finalmente me entregaste.
Y, aunque muerto, agradezco.
Agradezco. ya que las ilusiones volvieron a mí.

Emiliano González

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